4: Bolsas de palomitas a cinco pesos.

Hoy daré por terminado mi primer año, medio muy resumido, pero dejando representado todo mi sentir de aquella época. Y ahora me dedicaré a segundo de secundaria, donde mi etapa emo se vió reflejada en mi decisión repentina de encargar mi camiseta de SIGNOS color negro.

Cuando entramos a este ciclo escolar tenía solamente doce años. Era frágil, era influenciable, era una niña que seguía sin poder ser llamada señorita por aquello de los cambios fisiológicos naturales de la adolescencia, era de dos colitas, pants de colores para hacer deporte y el llavero-tenis-converse que cargaba como si eso me hiciera chida.


En fin, segundo de secundaria fue ese año en el que me pelée a muerte con Renée, tuve que salirme de los Scouts por la maestría de mi madre, causó euforia el libro de Azteca de Gary Jennings por su contenido de gente grande, me dio alergia el atún, se integró a nuestro grupito de tres una persona más, aquella Ximena del corrector, y huyó esa Renée de las cachetadas con la famosa Angela. Pero vamos por orden. Comencemos.



Mi vida en SIGNOS se comenzaba a acoplar, porque ya no era de las nuevas, al fin estaba en Cultura Mexicana (taller de investigación, ahora llamado Culturas del Mundo) que aunque no era mi primera opción -siempre quise Historiadores pero estaba a reventar de personas- me bastaba en ese momento, los planes para el cambio de escuela se veían cada día más reales, se decidió que los deportes serían en horario vespertino, me aceptaron en la cooperativa de Signaturas que me cambiaría para siempre y me llenaba de esperanza poder usar un sostén de verdad ahora que era toda una señorita. Y supongo que aquello aumentó y avivó mis hormonas, porque me sugestioné tanto acerca de los amoríos infantiles que supuse estar enamorada por primera vez de un niño que se vestía de vampiro e iba conquistando niñas con sus pupilentes rojos y uñas negras. Todos saben su nombre, así que ni siquiera me tomaré el tiempo de aclarar ese detalle. Y él terminó siendo el principal problema -no sé si realmente llamarlo así- de aquél ciclo escolar, desde que empezó a quedar con Ximena y Angela se enojó (a ella también le gustaba), lo que provocó que Renée fuera a curarle su depresión (a ella también le gustaba)y nos abandonara a Valeria y a mí (que también me gustaba). Aunque después de unos meses todo daría la vuelta, cuando el chico vampiro decidiera irse con Angela y Ximena se deprimiera, encontrando en nosotras dos, las abandonadas, unas nuevas amigas que llorarían con ella en la "kermesse" de la escuela arriba de un asador viendo casarse a los otros dos tortolos. Entonces los problemas con Renée comenzaron, por el abandono cruel y despiadado, por la traición profunda. Pero Ximena y yo nos hicimos confidentes, y jarcors a la hora de saltarnos cooperativa en la azotea de computación e ir a ver películas de miedo a su casa.



Uy, los voy a dejar con la dua y el suspenso terrible, porque me duelen los dientes y ya casi suena el timbre.









 Aquí por orden somos Ximena, yo y Naty en el patio de la escuela; también hasta el extremo derecho está Chocho, la tortuga-mascota de SIGNOS.






Y aquí Valeria (blusa gris y chaleco), Ximena (blusa café y pashmina) y yo (blusa negra y mallas moradas) en Chapultepec por primera vez.

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